Corría la década del 60 cuando una mujer, Nina Stepaniuk, llegó al corazón de Misiones con la fuerza de quien viene a dejar huella. Fue ella quien inspiró el color, el carácter y el espíritu de esta yerba que más tarde llevaría el nombre de Mate Rojo. Pero fue Don Juan Eladio Stepaniuk, visionario y emprendedor, quien convirtió esa inspiración en un legado.